Entrevista al empresario José Pepe Flores
¿Gurú, loco o revolucionario?
11/06/2002Entrevista aparecida en la revista Punto Net de junio de 2002 (Terra Networks).

Santiago, Junio de 2002

Participó en la creación del primer sitio web en Chile y creó una empresa de desarrollos Internet, Tecnonáutica, que se vendió a Telefónica CTC por US$ 4,5 millones. Hoy trabaja en un nuevo proyecto llamado Levtraru, una compañía que lleva casi dos años en un proceso de reflexión. Escuchó bien... reflexionando.

En el momento justo y en el lugar adecuado. Así se siente José "Pepe" Flores cuando se refiere al tema Internet y a su aprendizaje frente a la red de redes. Estaba en quinto año de ingeniería en la Universidad de Chile cuando el país se conectó al ciberespacio. Luego vino una cosa tras otra: participó en la creación del primer sitio web chileno y de Latinoamérica (aunque en este punto Brasil también disputa el liderazgo), creó una compañía de desarrollos con Internet mucho antes del "boom" y la vendió a US$ 4,5 millones, y justo momentos antes de la debacle.

Tiene 33 años y dice haber vivido importantes experiencias de transición en lo que a tecnología se refiere. "Los dos primeros años de la Internet fueron expert hostile (hostiles y para expertos) y no user friendly (amigables para el usuario) y ese proceso de cambio fue muy interesante. Te maravillabas de lo que se podía hacer, pero la dinámica era compleja. Lo que hizo el web fue transparentar y esconder la complejidad de esos servicios", recuerda.

¿Por cuántos años tuviste control en Tecnonáutica?

Cinco años. Después Telefónica CTC tomó el control. En esos años fue un laboratorio de experimentación, éramos libres y practicábamos todas las cosas extrañas que se nos ocurrían. Se formó con Andrés Benavides y Gabriel Hidalgo, y con sus aportes vinculamos la tecnología a nuevas prácticas de negocio y de educación. Pero el final no me gustó...

¡Pero fue el negocio del siglo!

Uno puede mirarlo así. No se puede ser malagradecido. Vendimos todo antes de que se desplomara el Nasdaq. En ese momento todos andaban buscando el plan de negocios que hiciera sonar la caja registradora y nosotros teníamos uno, porque los supuestos de El Panal (una de las compañías del holding Tecnonáutica) eran muy simples: llevar a las empresas a Internet y darles servicios por un cierto valor fijo. Había en Chile 200.000 Pymes que podían interesarse en ello y nosotros queríamos llegar al 10%: 20.000 clientes que pagaban $30.000 todos los meses. Ese era un negocio.


Tuve esa idea de la contrariedad y de buscar ser distinto, porque desde haí encuentras una perspectiva que te hace más completo.

(Fotografía de Jaime Quezada)

¿A cuánto vendieron la compañía?

Algo así como US$ 4,5 millones. Nosotros veíamos a Tecnonáutica como una empresa que aportara desarrollo de vanguardia para abordar las problemáticas de Telefónica CTC y sus clientes, el desarrollo de nuevos productos y servicios. Y eso no ocurrió. No previmos el choque cultural entre Tecnonáutica y Telefónica. De hecho eso llevó a un quiebre y me pidieron que me fuera.

En ese periodo se generaron varios problemas entre quienes crearon empresas y los que compraron o invirtieron en ellas...

La gente que vino del mundo de los negocios no entendía cuál era la historia de la Internet, porque ésta no parte el 82 ni el 94, sino que en el año 70. Y tampoco parte asociada a investigaciones militares. Eso es una falacia. Lo que hizo que esta cosa prendiera y que hubiera gente muy enganchada, fueron los desarrollos paralelos que hicieron universitarios vinculados incluso al mundo hippie, que decían: ‘necesitamos un espacio donde conversar abiertamente, sin restricciones y sobre todos los temas’. Porque en ese tiempo si la TV decía que algo era así, uno pensaba: ‘Debe ser verdad’. Luego te preguntabas: ‘tiene que haber una manera distinta... a lo mejor gente de otro lado está pensando otra cosa’. Entonces desde el año 77 al 90 hubo un proceso de discusión de muy alto nivel en la Internet respecto de cómo podía afectar a la sociedad y qué podía surgir. La identidad nacional, por ejemplo, era un tema de discusión. Y gracias a que el Nasdaq se desplomó y la gente fue llamada a la cordura, ahora lo que permanece constante es lo que había antes del boom.

¿Te refieres a este concepto hippie de colaboración?

Exacto. Hoy los temas interesantes de la Internet son cómo aplicamos tecnología a otros ámbitos de la vida, como a la vida de los ciudadanos, que es en lo que estoy trabajando. Si tuviéramos que modernizar el ejercicio político de la política, ¿qué tecnología tendríamos que construir para generar la sociedad que realmente queremos? Nos estamos preparando para contestar esa pregunta. Qué sociedad queremos y qué tecnología tenemos que construir para hacerla posible. Así trabajas con un propósito y no con la idea de que harás un gran negocio.

¿Y el signo peso? ¿No se ve por ninguna parte?

Ese va a ser un resultado adicional del problema. Al final si tienes 100.000 personas que adoptan una tecnología que les causa un bienestar, les soluciona la vida y les hace ahorrar en otras cosas, seguramente pagarán lo justo para que eso siga operando.

Es una nueva forma de abordar la tecnología...

Estudiar la tecnología vinculada con la sociedad es lo que bautizamos ‘historiotecnia’, que pone atención a las tecnologías que modificaron la forma en que esta sociedad se organizaba. Preocupémonos de en qué hay que hacer ciencia y aplicaciones emergentes hoy. Y si hay una relación virtuosa entre los distintos eslabones de la cadena, podremos generar una industria más rápida, ser más competitivos y ver a Latinoamérica como un espacio interesante de acción donde, además, los chilenos tenemos una gracia histórica espectacular: capacidad de adaptación e improvisación de último minuto, que a veces se ve como una cosa peyorativa, pero que tiene valor. Vivir en la precariedad y siempre tener una solución ingeniosa para hacer algo. Eso está documentado en la historia de Chile. Estas ‘criaturas endemoniadas’, que era el pueblo mapuche, siempre salían con algo distinto, y esa capacidad es la que tenemos que seguir desarrollando y potenciando, y ese puede ser nuestro rol en Latinoamérica y en el mundo.

¿Y cuál es tu rol en este escenario?

Nos hemos planteado eso en la compañía que estamos haciendo, Levtraru (www.levtraru.com), y por ello nos estamos preparando. Hoy lo más potente de la Internet es qué vamos a hacer cuando podamos estar todos conectados y tengamos tecnología para hacer comunicación humana global, y bajo ese escenario hay un mundo que puede surgir muy diferente al que teníamos antes. Creo que tiene que haber una transformación completa del sistema educacional y es el punto por el cual nosotros queremos partir.

¿Cómo defines a Levtraru?

Es una empresa en la que nos hemos propuestos dos años y un día para realizar un trabajo de reflexión sobre el tema. Los ámbitos que queremos abordar requieren un proceso reflexivo importante, porque si te topas a la mitad con un diseño o un concepto equivocado, el costo económico de eso es muy grande. La tecnología que se usa para darle dinámica a los tres poderes del Estado hoy es deficitaria y hay que cambiar drásticamente eso. La democracia electrónica del futuro y la organización social del futuro tiene que ver con la tecnología y con un hacer que funciona gracias a que tenemos esta tecnología. Estamos pensando qué país queremos, qué sociedad nos gustaría desarrollar. Queremos saber cuál será la manera de organización y a eso colocarle tecnología. Los últimos diez años de desarrollo tecnológico han sido para automatizar una lógica que está caduca. Y en Levtraru partiremos con nuestro primer proyecto en el área educación.

¿Cuánto les queda de reflexión?

Llevamos un año once meses y 17 días...


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(Fotografía de Jaime Quezada)

Esos discursos te han dado una fama especial... ¿Qué prefieres: loco, gurú o revolucionario?

Soy re-evolucionario. Creo en la evolución desde el punto de vista de la epigénesis, desde un contexto cultural. Lo que está pasando es que tenemos 15 millones de habitantes que podrían sentirse plenamente satisfechos con su vida. Ahora, sobre el tema de ser gurú o alguien diferente, siempre me ha gustado hacer cosas distintas. Puede ser que cuando chico escuché muchas veces un disco de El País de las Maravillas y decía ‘qué interesante esto del feliz no cumpleaños...’ y tuve esa idea de la contrariedad y buscar ser distinto, porque desde ahí encuentras una perspectiva que te hace más completo.

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Estado 10 of. 302, Santiago, Chile. Tel: (569)8882005, mailto:info@levtraru.com.